Somos diferentes, eso es una realidad.En apariencia tenemos un fenotipo similar. Un esqueleto, un corazón, dos brazos, dos piernas, una boca, la piel y todo lo que dice relación a nuestros sistemas físicos. El cuerpo es la cáscara que nos iguala a los demás. La mente piensa, las manos palpan, la nariz percibe los aromas. Nuestro cuerpo es resistente, fuerte y requiere de cuidado, se resiente, también necesita descansar. A nivel corporal es fundamental tener claro los requerimientos personales y no dejar de lado nuestra integridad, es importante cuidar nuestro cuerpo, pero no es el detonante de nuestra proyección a futuro ni del logro de nuestros fines. La personalidad no está marcada por nuestros ojos, ni la angustia por poseer la piel de un color distinto . Hay algo en nosotros que marca la diferencia, que nos hace ser distintos en el fondo y comportarnos según nuestro propio patrón de conducta. Cada individuo va forjando su vida y va tomando de ella lo que requiere para vivir, con necesidades y caracteres que forman nuestra identidad. Nadie es igual al otro. Eso es lo maravilloso de los seres humanos, la capacidad de diferenciarse de los demás y distinguirse entre sus pares a pesar de la similitud aparente. Somos seres humanos, pero por sobretodo seres de luz, no sólo necesitamos alimentarnos para sobrevivir, también de energía y savia nueva. Cada cual tiene un deber consigo mismo. Nutrir el alma para que pueda sentir. Sentir es un privilegio, un regalo del cielo, una promesa de crecimiento y de amor absoluto. Transformar nuestra vida, dar un vuelco a nuestro estado requiere de un nivel evolutivo superior. Los seres humanos no pueden aspirar a la perfección, sin embargo, podemos luchar incesantemente por lograr la excelencia. Entregar significa entregarse primero a sí mismo. Conocer es conocerse , si no te conoces no puedes interpretar la realidad de otro. Suplir la falta es revertir el sufrimiento y captar lo positivo de él. Sentir con el alma es una de las mayores conquistas a la que una persona puede acceder.
Vibrar con el corazón es un placer.
Sentir que el cuerpo rebalsa y el corazón responde a un estímulo que parece imperceptible pero que hace posible que el pecho se sienta apretado y lleno de amor.
El privilegio de sentir sólo se logra creyendo.
Sentir es abandonarse en el aire y volar con absoluta honestidad.
Volar es sentir.
Sentir es soñar.
Sentir es no temerle a la intensidad.
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