Acá estoy.
En este mundo donde confluyen tantas cosas.
Donde mi visión se confunde con la incertidumbre de lo que racionalmente veo.
Mi alma clarifica cada paso dado.
Una alameda de flores, árboles y bancas de plaza adornan la inexactitud que cada destino refleja a mi alrededor.
Acá estamos todos.
Rodeado de almas buenas y malas.
Sanándonos de nuestra propia cobardía y de la crueldad premeditada.
Viviendo en plenitud, sintiendo hasta las entrañas.
Volando entre mares, cordilleras y parajes de ensueño.
Colmando de dicha nuestro cuerpo plagado de desesperanza.
Acá coexistimos.
Comenzamos a esbozar lo que queremos.
Lo que nadie más que nosotros entiende.
Reflejándonos en las cristalinas aguas que coexisten con nuestro coraje.
Nacemos y renacemos .
Muchas veces sin comprender lo que acá debemos aprender.
Sobredimensionando los momentos.
Sobredimensionando los momentos.
Dejando de lado el misterio.
Destronando muchas veces al más allá.
Porque no nos gusta oir a nuestro interior.
Porque no nos interesa oir lo que el Universo conspira.
Estamos todos acá.
Nos dejamos seducir por lo tangible.
El paraíso nos parece un cuello de botella.
Un lugar paradisíaco rodeado de bondad y pureza.
Sin entender que no es más que una imagen del deseo ferviente de salvarnos.
El tiempo es un compañero fiel.
Que explica los motivos, razones y circunstancias.
Responde preguntas.
Transfiere energía.
Acá aguardamos con fortaleza , esperando que el pasado recobre forma y fondo para así poder lograr -en pensamiento y actitud - sanar.
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