Dicen que el espejo no es el fiel reflejo de lo que uno es, sino una terjiverzación de la imagen propia acorde a lo que cada persona desea visualizar de sí mismo. Aparecen muchas imágenes , algunas distorsionadas, otras más cercanas .Frente a un espejo uno cree ser varios en uno. A veces aparece un guerrillero que no pierde batallas. En otras ocasiones un vulnerable conejito en busca de un nido cálido donde cobijarse. Otras tantas un prestidigitador cuya afición son las marionetas , y así sentir el placer de manejar algo en su vida. A nadie le gusta saberse perdedor, sin embargo, el espejo lo etiqueta con pancartas. No podemos ocultarnos frente a nosotros mismos aunque nos duela.Un personaje principal, otro de reparto. También el reflejo de aquel que quiso ser y no pudo por circunstancias desconocidas o por simple opción. Un espejo capta todo aquello que uno intenta sublimar para no sentirse en medio de un diluvio. Al observarse a través de él nos topamos con señales y gestos que jamás percibimos a simple vista. Los ojos nos parecen dos abismos infranqueables, túneles que deseamos conocer y que no habiamos descubierto antes por comodidad o miedo. El espejo nos muestra tal cual somos. Es concreto,objetivo y directo. Nos habla en posición de duelo, pero no un enfrentamiento negativo, sino con el afán de reencontrarnos y reencantarnos con nuestras debilidades y fortalezas. Nos enfrenta sin adornos poéticos ni falacias seudointelectuales. La imagen muchas veces dista de la realidad o de lo que percibimos de nosotros, sobretodo cuando la autoestima hace imposible que seamos realistas en cuanto a nuestra autopercepción. El espejo no se amedrenta frente al miedo y a lo direccional de nuestro alter ego. Mirarse al espejo no es un acto ególatra ni narcisista,todo lo contrario, es ver reflejada la semblanza de uno sin caretas.
Cuadro: " Espejo", Ariam Ram- España.
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