Los seres humanos estamos estructurados sobre una base emotiva cuyo potencial es altísimo pero muy dificil de cultivar. Es decir, cada individuo puede proyectarse en miras de un futuro mejor, sin importar lo que ocurra a su alrededor siempre y cuando entienda que su existencia debe tener un peso específico y una razón de ser. Resulta complejo interpretar los pasajes del subconciente, muchas veces se ven sublimado por el temor, el desconcierto y la incapacidad de dar un paso decisivo que dé un punto final a situaciones límites. Culpamos generalmente a los demás de nuestras propias dolencias, somos incapaces de entender que hay eventos que deben ocurrir y que no son obra del azar. Somos seres culposos, pero bajo una perspectiva anquilosada donde solemos ser y convertirnos en victimas. Creemos que lo que nos ocurre es por acciones ajenas o queremos creer que así es. Nos acomoda el hecho de sentir completez cuando nos incorporamos en mundos ajenos, sin comprender que la primera razón de ser es uno mismo. Somos seres gregarios, requerimos vivir en sociedad y necesitamos de las alianzas para poder crecer y convertirnos en personas integrales y plenas.Somos microestructuras y macromundos dentro y fuera del tejido social .Existe una relación de género - especie entre la persona y su entorno, un vínculo insoslayable de dependencia cuyo desarrollo armónico depende del bienestar que cada individuo posee consigo mismo. Es un pacto, una tregua que se contrapone a lo que se nos enseña. Suena egoísta, hedonista y egocéntrico,pero si nos detenemos a pensar, cada ser humano, si se lo propone puede ir generando sus propias estrategias de sobrevivencia y autoconservación donde la permeabilidad y el crecimiento debe ser respaldado no por aquellos sucesos respaldados por la vivencia, sino también por la experiencia personal, que suele ser íntima y subjetiva. Vivimos inmersos en un mundo conformado por reglas, valores y normas prefijadas donde la libertad e igualdad es trascendental para una sana convivencia. Necesitamos de los demás, eso es innegable, pero primero debemos conocernos en intensidad para unirnos energéticamente con todo lo que nos rodea, si aquello no ocurre, la entrega es ineficaz y nuestro desarrollo precario . Podemos unir pasado y futuro y optar por aquello que nos parece más certero.La capacidad para decidir entre una u otra cosa es subjetiva.Cada cual procesa a su modo. Algunos requieren de lapsus más largos para darse cuenta cuales son sus necesidades . Otros nacen con una capacidad mayor para poder develar lo que necesitan. También existe un grupo de personas que jamás saben lo que quieren, por ende, sus necesidades jamás podrán ser cubiertas. Sin embargo, a pesar de que autogeneramos mecanismos de autosatisfacción derivados de estímulos propios para poder sobrevivir, no vislumbramos todo aquello que acontecerá a futuro y eso nos vuelve inestables y temerosos. Cuando logremos darnos cuenta que el cambio está en el corazón de cada uno de nosotros, y las respuestas en éste, nuestras vidas darán un giro radical. Un vuelco cuyos destinatarios serán cada uno de los seres que deseen fervientemente remecer su vida y desterrar aquellos pedazos de historia que requieren expulsarse para ser superados, volviendo a nosotros convertidos en enseñanzas y brindándonos evolución.La receta para obtener una vida más feliz y certera está en entender que somos tanto o más importante que el mundo que nos rodea, que somos parte pero también totalidad, y que al captar la real esencia de las cosas, podremos aportar al mundo aquello que aguarda silenciosamente para ser entregado con pasión y amor.
Recuerda siempre que todo depende de tí.
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